Nosotros hemos sido un país normal, que, con su potencial económico y su estructura educativa bien desarrollada, en 1910 estábamos entre los 10 primeros países del mundo. Hoy estamos en un puesto muy atrasado, irreconocible, dentro del mundo actual. El Golpe de estado de 1930 fue un quiebre decisivo: dejamos de andar por el camino adecuado y ya no hubo forma de recuperar nuestro destino. Al contrario, como consecuencia del populismo, que de una u otra manera se instauró en nuestro país a partir de aquella época, hemos sido la organización que más retrocedió con relación al resto del mundo. Algo crecimos, sí, pero mucho menos que el promedio internacional. Tanto desde el punto de vista político, como económico y social, las tres campañas del desarrollo, hemos caído en un profundo letargo, y lo que es peor, consideramos que eso fue los adecuado, lo cual es más desastroso aún. No tiene sentido llorar sobre la leche derramada en este artículo, por eso hoy sólo queremos dedicarnos a lo que pedimos para la Argentina en este siglo 21. Este es un tema fundamental, que es muy bueno definir bien, con metas que se pueden alcanzar."Si queremos estar entre los 10 principales países del mundo debemos reducir el Estado" La combinación de factores productivos tanto económicos como políticos y sociales nos tiene que llevar, progresivamente, a recuperar el momento de nuestra máxima exposición, o sea, ser uno de los 10 países más importantes del mundo. No es un programa menor. Tanto por producción global, como por los sectores que se destaquen, esa es la idea de lo que tendría que ser la Argentina. No quiere decir que vayamos a producirlo todo, sino algunos productos principales, como los tecnológicos. No nos podemos olvidar de la producción agropecuaria, tanto agrícola como ganadera, incluidos los tambos, que son también nuestro fuerte. Y tampoco las producciones sociales, como son los educadores y los trabajadores de la salud. La energía y la minería son nuestro objetivo básico también. Naturalmente las industrias principales son aquellas en las que siempre hemos podido exportar. Les aseguro que el Estado debe ser mucho menor de lo que es hoy, no sólo en la Nación, sino también en las Provincias y Municipios. Esto es algo fundamental. Si queremos tener un Estado elefantiásico, ya sería otro país, no uno de los principales del mundo. También es una posibilidad, pero hay que recordar que ya la hemos probado y que siempre fracasó pues no pudimos pagar esos gastos enormes del estado. No es muy difícil definir en pocos trazos lo que queremos ser. Lo difícil es poderlo cumplirlo, poder llevarlo adelante. Debemos gastar bastante tiempo en pensar lo que queremos ser y después cumplir con ese plan. Hasta ahora fue el momento de definir nuestras metas. A partir de ahora vendrá el tiempo de ir ejecutándolas. Un ingeniero lo puede hacer. La Nación
Por Orlando J. Ferreres PARA LA NACION